Ante la inminente aplicación del Impuesto Mínimo Global, promovido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Zonamerica organizó una charla informativa e invitó a un especialista en la materia para que brinde más detalles acerca de cuáles serán los efectos que provocará este nuevo escenario para las futuras relaciones comerciales entre los países. 

Orlando Dovat, presidente de la zona franca, explicó que esta actividad estuvo motivada por la preocupación que genera la noticia en el sector empresarial, debido a que “el sistema de inversiones que tiene el Uruguay está basado fundamentalmente en las exoneraciones impositivas”.

Por su parte, Magdalena Rodríguez, gerenta comercial de Zonamerica, señaló que las zonas francas están cumpliendo 100 años en 2023 y durante este tiempo “el régimen se ha ido adaptando, transformando y modernizando, siempre con el mismo objetivo de generar inversiones y empleo calificado, y esta no va a ser la excepción”, por lo que “nos tendremos que adaptar a estas nuevas reglas de juego”. 

La persona encargada de la exposición fue Rafael Sayagués, Managing Partner Tax & Law de Ernst & Young, quien detalló los aspectos principales de este impuesto, creado con el objetivo de que las empresas multinacionales paguen un tributo mínimo por las ganancias que generan en todas las jurisdicciones donde operan.

El análisis estuvo enfocado desde el punto de vista técnico, sobre las indicaciones con las que cada país tendrá que convivir, así como desde la perspectiva de los empresarios sobre cómo deberán trabajar en conjunto, tanto en lo interno como con el gobierno, para poder lidiar con lo que, según dijo, será “uno de los impactos más transformadores en temas vinculados a la tributación de comercio internacional de los últimos años”. 

“Van a plantear un impuesto parejo para evitar la competencia desleal entre los estados, entonces todos van a pagar lo mismo. Esto haría que el tema impositivo ya no sea un aspecto relevante para ser más o menos atractivo para el inversor y nos concentraríamos en competir en todos los temas que no sean fiscales”, mencionó Sayagués, aunque advirtió que posiblemente no se consiga ese efecto. “El gran error de la OCDE es pensar que todos los países somos iguales, al creer que con ‘igualar la cancha’, cobrando todos el 15%, vamos a competir en las mismas condiciones, cuando no podemos ser más desiguales. Al final de cuentas, todo se reduce a un tema de costos financieros de hacer negocios en el país y el impuesto sobre la renta claramente pesa. Decir que con que todos vamos a pagar el 15% ya desquita la distorsión de los incentivos es un error, porque lo quita para los grandes competidores, pero para los países pequeños, que necesitamos esa extra para convencer a alguien para que venga a invertir, es todo un problema”, advirtió.